En esta época del año, es habitual verse sorprendido por una tormenta, que conlleva una fuerte reducción de la visibilidad cuando estamos en la carretera y aumenta el peligro de perder el control del vehícul. Un repentino aumento del ruido del motor indica que los neumáticos han perdido el contacto con la carretera. En consecuencia, si se tira del volante y las ruedas apuntan demasiado a la izquierda o a la derecha cuando los neumáticos vuelven a estar en contacto con la carretera, el vehículo patinará, poniendo en peligro la seguridad de todos los actores que se encuentran en la carretera.
Acostumbrados a las condiciones de carreteras secas, los conductores tienden a asumir que las distancias de frenado serán cortas y el manejo del vehículo seguirá siendo preciso. Las tormentas repentinas son muy peligrosas, pero también hay otros peligros: tras días y semanas de un ambiente seco, puede acumularse en la carretera una capa de polen y polvo. Si añadimos el agua de lluvia, este cóctel tiene el mismo efecto que el jabón líquido.
En momentos así, lo único que ayuda son las velocidades más bajas, mantener una buena distancia de seguridad con el vehículo que circula delante, las luces encendidas y tener precaución al volane. Al hacer aquaplaning, la respuesta ideal en un vehículo con cambio manual es pisar inmediatamente el embrague. En vehículos eléctricos y automáticos, es mejor mantener el pedal del acelerador firme y evitar frenar o girar bruscamente mientras dure el peligro. Dada la situación, los niveles de estrés para el conductor pueden dispararse y generar el deseo de pisar el acelerador y escapar del peligro. Es mucho mejor detenerse en la siguiente área de descanso y esperar a que pase.
Fuente: Posventa.info