El parque automovilístico español cada vez está más envejecido, con una media de 13,5 años, dos más que la media europea. En este sentido, la empresa Carfax destaca que el riesgo de adquirir un coche dañado aumenta en un 50% cuando su edad se sitúa entre los 9 y los 11 años de antigüedad, con respecto a la franja anterior analizada, la de los vehículos que se sitúan entre los 6 y los 8 años.
En términos generales, el riesgo de adquirir un vehículo usado con daños se duplica cuando se pasa del grupo de edad de turismos de hasta 8 años de edad al formado por aquellos que se sitúan entre los 9 y 18 años de vida, lo que supone un aumento del 100%.
Al riesgo para la seguridad vial que suponen estos vehículos más antiguos se añade las altas emisiones contaminantes, sobre todo en las grandes ciudades. Según datos de Anfac, la inmensa mayoría de estos turismos de más de una década que aún circulan, y que están clasificados como ligeros sin etiqueta o con Etiqueta B, representan el 64,7% del parque español y son los causantes del 91,4% de las emisiones contaminantes de óxidos de nitrógeno (NOx) y del 92,7% de las emisiones de partículas.
Sin embargo, ante la escasa oferta de coches nuevos asequibles por el aumento de los precios y su poca disponibilidad, una tendencia que se arrastra desde la pandemia y que se ha visto agravada por los problemas de suministro derivados de la guerra de Ucrania, muchos ciudadanos han decidido cambiar su coche viejo por otro de ocasión, en algún caso sin saber que ha sufrido algún daño o que ha tenido averías serias en su tiempo en la carretera.
El estado de un vehículo y su trayectoria vital resulta una información fundamental a la hora de adquirir un vehículo. Más de un conductor, de haberla tenido presente, quizá habría cambiado su decisión de compra final. Según los datos de una encuesta realizada por Carfax a casi mil conductores españoles, un 68% de ellos evitaría comprar un coche de ocasión dañado con anterioridad si tuvieran a mano esa información.
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